miércoles, 25 de enero de 2012


Aquella ingenuidad sonroja su vergüenza. Presumí ser domador, mas preferí ser el león, 
ante esa hermosa violencia. Me sacaste a bailar, y quedé emborrachado. Ya no puedo 
renunciar al orgasmo sin final que tu piel me ha regalado. Muero en tu cuerpo; revivo 
en él. Siento fervientes mis ganas de ser. Te invito a transpirar la magia que inventamos.
Siento en mis manos la felicidad. No quiero ni pensar en que mi alma carezca de ese 
hermoso cuerpo azul. Es como un jueves sin Gulp, como un sábado sin Reina. Hoy la luna 
se enroscó, me miró mal, me celó por nuestra aventura diurna.

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